La Iglesia Palmariana; otra de fascistas


Año 1968. Mientras la gente de países civilizados se desmelenaba a golpe de porro y rock&roll, en España aún olía a rancio y a señores de gris montados a caballo. El cambio se mascaba en los grandes núcleos urbanos, donde el oxidado engranaje político pedía cambio de aceite a gritos. Sin embargo, en la polvorienta España profunda, esa donde recios sexagenarios firmaban documentos a golpe de X porque su nivel de alfabetización no daba para más, la cosa se movía a otro ritmo.



En ese mismo año, sinónimo de libertad y libertinaje, cuatro niñas escapadas del instituto deciden haber visto a la mismísima Virgen María en una finca de El Palmar de Troya, una pedanía de Utrera (Sevilla). La mata donde la sin pecado concebida le dio por aparecerse se convertiría en lugar de peregrinaje dos años después, congregando a unas 40.000 personas. "Más gente que en la guerra", exclamarían en su momento los más castizos. El sitio, como era de esperar, se convirtió en un workshop improvisado de videntes y teatreros esotéricos.

El lugar tomaba provechosos aires surrealistas y alguien tenía que canalizar aquello, pues tanto fervor suelto sin líder que dogmatice es como gallina sin pescuezo. Aparecen entonces bajo los focos del histrionismo redentor Clemente Domínguez y Manuel Alonso Corral, por entonces administrativos de la Fundación San Juan de Dios. Ambos fundarían años más tarde, en 1974, la Iglesia Cristiana Palmariana de los Carmelitas de la Santa Faz. De buen seguro en el Registro de Entidades Religiosas les aconsejaron que términos como interés pecuniario o secta catolicista lastrarían su imagen de cara a potenciales fieles. Y además el nombre ya era bastante pomposo de por sí.

Manuel Alonso y Clemente se habían convertido en los Bonnie y Clyde del 
fideísmo sureño —de hecho, siempre se rumoreó cierta relación amorosa entre ambos. Dos caras de una misma moneda. Manuel Alonso, mucho más pragmático, se preocupó de llevar las cuentas de una organización a la que le llovían las "desinteresadas" (nótese el marcado carácter irónico que atestiguan las comillas) donaciones económicas. Una de ellas, de manos de la baronesa del Castillo de Chirel y por valor de 16 millones de pesetas de la época, les permitió en 1972 adquirir la finca donde la madre del Mesías se dejó ver. Pero la gran estrella de este circo iba a ser Clemente, también conocido como la Voltio en los locales de ambiente sevillanos por su pasado como trabajador de Sevillana de Electricidad. Fue este aspirante frustrado a clérigo que de niño jugaba a oficiar misa quien tomaría las riendas de lo trascendental. En 1978, tras la muerte del Papa católico Pablo VI, Clemente se autoproclama Gregorio XVII. E hizo bien, porque para qué esperar un cónclave o una fumata blanca favorables que nunca le llegarían.




Lo más difícil estaba hecho. Ya solo tocaba embaucar a golpe de sermón, pero ¿se creía Clemente toda esta película? Obviamente, nunca sabremos en qué grado. Nunca llegaremos a conocer si de verdad el elegido creía tener tarifa plana con la corte celestial, si admitía echarle algo de imaginación y dotes dramatúrgicas a sus performances, o si era plenamente consciente de ser un listillo más. Miguel Perlado, psicólogo y presidente de la Asociación Iberoamericana para la Investigación del Abuso Psicológico (AIIAP), parece inclinarse por lo primero y lo segundo. "El líder de una secta está convencido de su propio mensaje. Si es detenido afirma que todo lo hacía por el bien de los demás y lo dice convencido de verdad. Luego esto queda entremezclado con manifestaciones muy aparatosas. Las sectas juegan con escenografías muy preparadas", explica Perlado. Así se las gastaba Clemente, quien interpretó sin ninguna candidatura a los Goya —porque aún estaban por crearse, no por falta de mérito— alrededor de siete estigmatizaciones, una de las cuales le hizo verter 16 de los aproximadamente seis litros de sangre que alberga el cuerpo humano (más tarde se comprobaría que la sangre no era humana). También hubo curaciones milagrosas con el agua de un pozo sito en la ya citada finca. Lástima que fuera cerrado por Sanidad aduciendo contaminación química y bacteriológica de sus aguas.

Poco o nada hace al caso de El Palmar merecedor de una excepcionalidad nunca vista. Al igual que en los multitudinarios casos Lourdes (Francia) o Fátima (Portugal), los protagonistas de sendas apariciones —con permiso de la aparecida— fueron niños. Pero lo que marcó la diferencia entre esos centros de peregrinación masiva y el menos popular caso de El Palmar fue la no intervención de la Iglesia Católica, quien prefirió mantenerse al margen en lugar de practicar lo que algunos obispos italianos llamaban realismo pastoral, consistente en nombrar una especie de emisario de la oficialidad católica que amanse, coordine y orqueste el cotarro antes de que algún carismático espontáneo monopolizara la fe de los allí presentes.

Tampoco el líder de los palmarianos era una particularidad a estudiar, sino que se movía en un terreno común a todo ávido de protagonismo místico. "El líder de un secta se caracteriza por una gran complejidad psicopatológica, son histéricos. Es una patología compleja de trastornos narcisistas severos y necesitan anular a los demás para sentirse alguien. Por lo general suele haber un fenómeno en la adolescencia del líder, algún proceso delirante, e interpretarlo les salva de enloquecer. Personas como estas que rozan el delirio hay muchas, pero la particularidad es que son personas de locura lúcida, no traspasan la raya de ser ingresados en un psiquiátrico y mantienen su cordura teniendo a los demás sometidos", resume Perlado, remachando con el ejemplo de algunos líderes de pequeñas sectas quienes, una vez arrebatado su grupo de acólitos, "se vienen abajo".




José Miguel Cuevas, psicólogo, vicepresidente de AIIAP y autor de Sectas: cómo funcionan, cómo son sus líderes, efectos destructivos y cómo combatirlas, sostiene también la postura del narcisismo de Clemente y añade el elemento de "una paranoia presente de hostilidad hacia el mundo, y eso se ve en lo cerrado del grupo. El mundo es cruel y hostil y por tanto tengo que crear una microsociedad que funcione".


En diciembre de 1975, el arzobispo vietnamita Pedro Martín Ngô-Dinh Tuc, resentido con el Vaticano, ordena sacerdotes a Manuel Alonso, Clemente, un francés y dos irlandeses. Tres días después los ordenó obispos. Lo que podía ser el preámbulo del relato de un chiste malo fue en realidad un punto de inflexión en la historia palmariana. No obstante, tan pronto como entraron, salieron, siendo excomulgados todo los miembros de la orden en 1976 tras un frenesí de ordenaciones que no gustó a la jerarquía vaticana.

Manuel Molina trabajaba para la agencia EFE cuando El Palmar irrumpe en la realidad mediática. Le encargaron cubrir los hechos que allí iban teniendo lugar y acabaría escribiendo un libro sobre el tema: Los secretos del Palmar de Troya: historia de una herejía. Preguntado por cómo debe ser la vida de un palmariano —y usamos debe porque pocos, salvo los miembros de la secta, saben lo que se cuaja de puertas para dentro—, Molina explica que "antes debía de ser más divertida, porque al menos tenían los viajes diarios de Sevilla a El Palmar y de El Palmar a Sevilla. Pero ahora, como no tienen nada en Sevilla, se limitan a rezar y rezar encerrados en su basílica". Molina hace referencias a las millonarias posesiones que la orden tenía en el centro de la capital hispalense (entre 2500 y 3000 metros cuadrados) y que hacia el 2003 se vieron obligados a vender por falta de liquidez. En cualquier caso la joya de la corona palmariana siempre será su fastuosa basílica.



El edificio se yergue sobre un secarral a un kilómetro del pueblo, quizá a modo de metáfora del ridículo megalómano de quienes un día quisieron ser sede de la oposición al Vaticano, donde se había instalado el Anticristo. Contemplarla a lo lejos, ver cómo empequeñece con su opulencia arquitectónica al municipio de El Palmar de Troya, se antoja un espejismo. Pero acercarse aún más, bordear el muro de hormigón de 5 metros de alto que flanquea la finca, sentir el condescendiente desdén con el que ordenados, monjas y feligreses rehúsan cruzar una palabra con alguien ajeno a la secta, o divisar en el frontispicio del templo una estatua de Francisco Franco Bahamonde (sí, Franco, ese militar con pinta de botijo que aún sigue dando guerra después de muerto) coronado con una aureola que lo santifica, esto, pone contra las cuerdas todo mecanismo psicológico de autodefensa ante el absurdo.

En su cruzada contra la herejía, Clemente y los suyos nunca vacilaron a la hora de excomulgar o santificar por doquier. Total, es gratis. Entre los no aptos en este delirante pastiche religioso se encuentran, entre otros, la Familia Real española, todos los papas, cardenales y obispos tras la muerte de Pablo VI, todos los socialistas y comunistas o todos los que hayan visto la película Jesucristo Superstar, entre otros. Por el contrario, entre su santoral podemos encontrar personajes históricos del calibre del ya mencionado Franco, José Antonio Primo de Rivera, Luis Carrero Blanco o Adolf Hitler. La cruzada anticomunista ha sido una constante en sus soflamas, aunque Manuel Molina esgrime que, a su juicio, no existe una vinculación de facto entre la secta y movimientos fascistas o de extrema derecha. "Me remito a los momentos en que tras la muerte de Clemente estaba preparando mi libro, y a través de una persona muy cercana a Blas Piñar me llegó la posibilidad de incluir en mi obra una carta autógrafa de él en la que desmentía cualquier vinculación con la orden clementina. Distinto es el tema de los personajes que han canonizado, quizás porque ellos sí que buscaban con estas decisiones un acercamiento que finalmente no consiguieron", reflexiona Molina.


Pero un proyecto de esta magnitud no se consigue sin los pertinentes apoyos económicos. La secta cuenta con una cantidad de fieles repartidos por el mundo directamente proporcional al ridículo religioso que representan. Por increíble que parezca, la mayoría de este movimiento cismático lo integran fieles de Alemania, Irlanda, Irlanda del Norte, África (principalmente Nigeria), Sudamérica e incluso Australia o Nueva Zelanda. Y este fue precisamente uno de los filones que Manuel Alonso procuró aprovechar.

"Las donaciones llegaban de todas partes. Había incluso quien decía que alguna noche había aterrizado alguna avioneta en la misma carretera de El Palmar. Y si piensas que es costumbre en muchos países que se desgrave un porcentaje de los donativos, si recibían diez podían extender un recibo de mil, con lo que el donante podía desgravar por ejemplo cien. Mira si era provechoso el negocio y el dinero que se ha podido blanquear de esta manera", comenta Molina, suponiendo que el sistema de desgravación del país en cuestión fuera del diez por ciento. Pero, si como en el caso de Estados Unidos, este porcentaje asciende hasta el cien por cien de la donación cuando se trata de fundaciones religiosas, el negocio es redondo para ambas partes.

"Estoy convencido de que las donaciones llevaron a El Palmar a su máximo esplendor. Pero, contradicciones de la vida, lo que en principio creyeron que era una victoria para ellos, el hecho de que el Supremo les reconociera como iglesia (en enero de 1988), se convirtió en el principio del fin. Con personalidad jurídica propia tenían que responder ante Hacienda y ya el donativo que recibieran no se podía inflar por el riesgo tributario, con lo que los donantes fueron perdiendo interés poco a poco y la falta de ingresos comenzó a notarse entre ellos", desgrana Molina. Así las cosas, se vieron obligados a vender las arriba mencionadas posesiones en el centro de Sevilla, las furgonetas usadas para los desplazamientos diarios en comitiva e incluso la herética tiara papal.



Sin embargo, sin intentar hacer del presente texto una nueva y lacrimógena entrega de La gente de Bart, lo más preocupante de este asunto, más allá de la procesión de esperpentos ya relatada, es a quién y en qué condiciones encontramos detrás de este par de individuos con afán de protagonismo. "No hay un perfil de adepto único, hay momentos de vulnerabilidad (ruptura de pareja, fallecimiento de algún familiar, adolescencia, cambio de residencia, etc.)", afirma Perlado, quien actualmente cuenta con dos expalmarianos entre su lista de pacientes. "Los pacientes que yo he atendido de El Palmar están muy dañados, los vínculos con su familia han sido destruidos y la implicación económica con el grupo ha sido plena. E incluso existe una segunda generación de adeptos que han nacido o han sido educados dentro, personas que no tienen un background previo, y al salir todo se viene abajo y la persona queda aislada", narra Perlado. La ansiedad, la culpabilidad, el miedo y la confusión son una constante en quienes consiguen salir de ese devoto infierno. Según explica Perlado, muchos de ellos, una vez fuera, relatan: "yo estuve en la religión de El Palmar", en lugar de usar el término secta con sus cinco letras. "Es muy doloroso, es una manera de protegerse", concluye el psicólogo.



Es por ello que resulta de una frivolidad hiriente las declaraciones a pie de campo donde los lugareños ajenos a la secta, preguntados por reporteros de televisión, aseguran que esa gente no solo da trabajo -ya que el astuto Manuel Alonso procuró contratar a los parados del pueblo para levantar su suntuoso templo-, sino que además las prácticas palmarianas no interfieren en su devenir diario. "A mi no me estorba eso" o "da mucha vida al pueblo porque todos los que vienen aquí vienen a dejar dinero" son algunas de las declaraciones que los periodistas de Canal Sur recogieron en su día para la elaboración del reportaje La iglesia oscura. Quizá siguiendo esta máxima del "yo a lo mío y ellos a lo suyo", el alcalde del municipio se negó a hablar con Vice sobre sus vecinos. Tal vez por miedo a una declaración fuera de tono que crispe la hasta ahora cordial relación. Mientras sus extravagancias ocurran tras esos muros de hormigón, todo bien.




"Se banaliza sobre el sectarismo. No se llega a conocer el drama que hay detrás de familias destrozadas y se llega a creer que esto es un grupo de frikis que están ahí porque quieren", se lamenta Cuevas, quien critica duramente que, pese a existir estudios que asemejan las consecuencias psicológicas de la violencia doméstica a las del sectarismo, no existe un protocolo de actuación inmediata que proteja a las víctimas de lo segundo pese a la presunción de inocencia, como sí existe en el caso de la violencia de género. "Hoy apenas existe jurisprudencia en favor del abuso psicológico o físico en términos grupales porque se presupone que la víctima es libre y está así porque quiere".

"El control de la identidad es tal que te dicen cómo tienes que vestir. Me contaban el caso de una víctima de otro grupo cuyo líder le decía incluso cómo limpiarse cuando iba al baño. En el sectario viven dos identidades: la previa y la sectaria. Primero te bombardean con buen rollo, te hacen sentir en deuda, te hacen ver que tus necesidades están cubiertas, y cuando estás comprometido, dicen: 'bueno, ahora te toca a ti'. Actúan como una verdadera mafia", describe Cuevas.

"Clemente igual se levantaba un día diciendo que todos los curas de la orden tenían que dejarse la barba y otro día lo contrario. Una mañana le había dicho Jesucristo que se podían fumar cuatro cigarrillos en todo el día, y otra que le había ordenado que fueran al menos seis. Pero todo se lo decía Jesucristo, porque era la forma de que todos le obedecieran como corderitos. Sin embargo, una de las ridiculeces más grandes la oí de labios de Manuel Alonso, un día que llegué a la Casa General tras la merienda y vi las mesas llenas de botellas, vasos, platos... Y se me ocurrió decirle que se cuidaban bien. Muy humilde, Alonso me dijo que no fuera a creerme, porque por ejemplo, 'durante mucho tiempo solo pudimos tomar la carne dos veces en semana y asada. Pero Jesucristo comprendió que eso era muy duro y le dijo a Clemente que en adelante le podían echar un poquito de aceite, un poquito de ajito, un poquito de perejil...'. No solté la carcajada de milagro y lo único que pude fue decirle que yo no me imaginaba a Jesucristo apareciéndose para dar una receta de cocina", cuenta Molina con cierta sorna.



El actual amo de los palmarianos, Gregorio XVIII

Hoy, con Clemente y Manuel Alonso ya fallecidos, la rueda sigue girando. El tercer papa, tras Clemente y Manuel Alonso, bautizado como Gregorio XVIII, es un exmilitar que parece tener curas armados como vigilantes y alimenta el hermetismo de la organización. Continúan las misas en latín como estipulaba el Concilio de Trento —ya que el Vaticano II se les antojaba excesivamente transgresor—, aunque Molina prefiere hablar de "latinazgos", pues "la inmensa mayoría de ellos" no tienen los "conocimientos necesarios". Continúa la separación durante la liturgia entre hombres y mujeres, algo que choca con los rumores de bacanales bajo techo palmariano. Y todos visten de manera muy similar para tratar de detectar al intruso curioso.
Gregorio XVIII

Sergio María Ginés Jesús Hernández, (Mula, Murcia, España, 1 de julio de 1959) conocido por sus feligreses como Gregorio XVIII, fue el tercer papa de la Iglesia Palmariana, habiendo sucedido en el cargo a Manuel Alonso Corral (Pedro II), el 15 de julio de 2011.


En abril de 2016 dejó el papado palmariano, abandonando también la vida religiosa para viajar en compañía de su novia. En mayo de 2016 declaró que “Todo ha sido un montaje sobre todo económico. Aprovechándonos del milagro de la virgen”;

Tras su dimisión fue sucedido por el sacerdote palmariano Eliseo María, cuyo nombre real es Joseph Odermatt que tomó el nombre de Pedro III



Ginés Jesús Hernández, junto a su novia Nieves Triviño, tras dimitir de su cargo como papa palmariano Gregorio XVIII.

El que fue máximo dirigente de la escisión católica de El Palmar de Troya, en la provincia sureña española de Sevilla, admite que su iglesia ha sido una estafa desde su misma creación en 1974.
“Todo fue desde el principio, sobre todo, un montaje económico”, ha reconocido Sergio María Ginés Jesús Hernández, conocido hasta el pasado mes de abril como Gregorio XVIII por los seguidores de la Iglesia Cristiana Palmariana de los Carmelitas de la Santa Faz.
Hernández ha asegurado, en una entrevista con la televisión española Antena 3 emitida este lunes, que él mantuvo su creencia en lo bien fundado de la organización hasta que realizó investigaciones, después de llegar al papado palmariano en julio de 2011.
Lo que en un principio fue, por tanto, una organización con ánimo de lucro “derivó a un montaje por determinados miembros de la cúspide que había entonces, ya difuntos (…) para satisfacer todas sus necesidades (…) todas, incluso sexuales”, asevera el ex papa.
Este aspecto era ya conocido desde hace años, después de que el fundador de la comunidad, Clemente Domínguez —de papa, Gregorio XVII— reconociese tiempo antes de fallecer, en 2005, haber acosado a monjas y obispos a los que tenía subordinados.
 “Ginés sabe que ha habido desfalcos fiscales y que ha sido una mafia que lavaba dinero. Es una buena oportunidad para que Hacienda investigue a fondo el Palmar de Troya”, ha sugerido este mismo lunes, en declaraciones al diario El País, un sacerdote identificado como “padre Dámaso”.
El expapa asegura por su parte retener en su poder documentos compremetedores para la Iglesia, que haría llegar a la justicia en caso de ser perseguido por vía procesal, publica el rotativo madrileño. Sus antiguos discípulos lo acusan de haber sustraído hasta dos millones de euros  y un vehículo todoterreno BMW X6, que él sostiene le fue donado.
Sergio María Ginés ha llenado los titulares de los medios de prensa españoles en las últimas semanas, tras conocerse que había abandonado la Iglesia palmariana para irse a vivir con su novia a la localidad granadina de Monachil (sureste). Su lugar ha sido ocupado por Joseph Odermatt, alias Eliseo María, que atiende al nombre papal de Pedro III.

Santos de la Iglesia Palmariana

Reconoce a todos los canonizados por la Iglesia Católica hasta la fecha de la muerte de Pablo VI, el 6 de agosto de 1978. A partir de dicha fecha, no reconoce ninguna canonización ni beatificación de la Iglesia católica.
San Francisco Franco.
San Luis Carrero Blanco.
San José Antonio Primo de Rivera
San Monseñor Josemaría Escrivá de Balaguer
San José Calvo Sotelo, mártir.
San Cardenal Cisneros.
San Don Pelayo.
San Cristóbal Colón.
Trescientos mil mártires (300 000) de la Guerra Civil Española
Santo Padre Gregorio XVII, El Muy Grande
San Pedro II

Pese a que algunos medios han afirmado que Adolf Hitler, Judas Iscariote y Eva Perón habrían sido canonizados por la Iglesia Palmariana, este hecho ha sido desmentido tanto por expertos en este grupo religioso, como por ex-palmarianos.


Excomulgados por la Iglesia Palmariana


Reconoce a todos los excomulgados por la Iglesia católica hasta la fecha de la muerte de Pablo VI, el 6 de agosto de 1978. A partir de dicha fecha, no reconoce ninguna excomunión de la Iglesia católica.
Todos los papas, cardenales y obispos de la Iglesia Católica a partir de la muerte de Pablo VI, el 6 de agosto de 1978.
Superiores/as de todas las órdenes religiosas de la Iglesia católica, excepto el fundador del Opus Dei.
Rey Juan Carlos I, Felipe VI de España y la Familia Real.
Todos los sacerdotes obreros
Todos los comunistas y socialistas
Todos los espectadores que hayan visto la película Jesucristo Superstar.
Todos los líderes religiosos, políticos, etcétera, que se hayan manifestado públicamente en contra de la Iglesia Cristiana Palmariana de los Carmelitas de la Santa Faz.
En la cultura popular

La historia fue llevada al cine por Javier Palmero en la película Manuel y Clemente (1985). El cantautor Carlos Cano compuso una canción titulada El Milagro del Palmar sobre esta organización. El grupo Siniestro Total 
compuso una canción titulada I left my heart in (El Palmar de Troya), donde se mofaban de esta organización.
Escisiones de la Iglesia Palmariana

En noviembre de 1976, Jesús Hernanez, que había sido nombrado obispo en el seno de la orden palmariana, se separó de esa congregación y se introdujo en un inmueble con otros videntes para continuar con su apostolado por separado. Jesús Hernanz declaró a la prensa que Clemente Domínguez y Manuel Alonso se estaban enriqueciendo con todo aquello.

Existe un grupo que renegó de Clemente Domínguez, se mantuvo fiel a la Iglesia Católica y que dice que se producen apariciones en una cruz blanca cercana a la finca, con un retrato de Benedicto XVI. En ese lugar, supuestamente, veía visiones el misionero claretiano Félix Arana, fallecido en 2005.

Existe también un grupo formado por obispos de la Iglesia Palmariana independientes del grupo del Palmar de Troya, ubicados en Archidona, que considera antipapas a Pedro II y Gregorio XVIII


ACTUALMENTE:


Yo, a riesgo de frivolizar, pienso en qué es lo menos malo que estos tipos han podido dar al mundo, y me encuentro con el homenaje que Siniestro Total les rindió.

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